King Kong en la biblioteca

Del festival de sitges al 42

El Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges nace en 1968 para reivindicar los géneros fantásticos en un contexto en el que parece que el único cine que interesa en la España franquista es el landista y el folclórico. Igual que el King Kong que se ha convertido en su emblema, el Festival de Sitges arrasó, y sigue arrasando, con ese realismo impuesto que se pretende “la verdad”.

En esta exposición, pretendemos homenajear la labor del Festival de Sitges con una mirada a su relación con la literatura, empezando con ese trasunto de La bella y la bestia que es King Kong y que resume el concepto central de todo: diferentes artes narrativas exigen diferentes enfoques, tratamientos, técnicas…

Esta exposición trata sobre el acercamiento al fantástico en el cine y en la literatura a través del Festival de Sitges. O lo que es lo mismo, seguimos a King Kong en la biblioteca.

¿Qué hace que reconozcamos una historia en otra? ¿Cuánto es lícito cambiar al hacer una adaptación? ¿Cuál es la esencia de una historia? ¿Podemos acercarnos a Frankenstein sin tener a Boris Karloff en mente? ¿Podemos leer Herbert West, reanimador sin pensar en líquidos verdes dentro de jeringuillas y cabezas en bandejas de laboratorio?

Acompáñanos en este paseo en plano secuencia y ten cuidado con la sangre, las vísceras y las ideas que hay esparcidas.

 

  • Animales como nosotros

    Animales como nosotros

    Las transformaciones de humanos en animales son uno de los temas tradicionales del fantástico. Convertirse en animal puede eliminar nuestra personalidad y hacer que seamos apenas un puñado de instintos. Algo terrible, como mostró Tourneur en Cat People en 1948. O la libertad frente a la opresión de la capa de civilización que nos constriñe, como en el remake de 1982 de Paul Schrader.

    Pero quizá sean los hombres-lobo los reyes de esa transformación. En 1984 Neil Jordan ganó el premio a la mejor película del festival con su The Company of Wolves, que mezcla varios relatos de Angela Carter. La espectacular transformación en pantalla contrasta con la idea final de que el auténtico cambio liberador es, en realidad, mental.

  • Eros y Thanatos

     

    Eros y Thanatos

    Eros y Tánatos se han mezclado siempre en el fantástico. Desde las novias muertas de Poe o la Olimpia de Der Sandmann de Hoffmann, hasta la sexualidad omnipresente en los vampiros y, especialmente, en las vampiras de los años sesenta y setenta, el sexo y la muerte parecen ir siempre de la mano. Así lo sugiere el cartel de la edición de 1990, con esa calavera central.

    Pero el cine fantástico está impregnado de esa relación por todas partes: desde la final girl hasta los adolescentes calenturientos que son asesinados en cualquier slasher, pasando por las mujeres de Docteur Jekyll et les femmes o incluso las mismísimas Cannibal Girls.

  • El retrato de Dorian Gray

    El retrato de Dorian Gray

    ¿Quiénes somos en realidad? La relación entre cómo nos ven y cómo creemos ser, entre realidad y apariencia, es uno de los tropos habituales del fantástico. La edición de 1989 inspiraba su cartel en The Picture of Dorian Gray; al año siguiente, ganó el premio a la mejor película Henry, Portrait of a Serial Killer, film que dialoga con la historia de otro Henry, Jekyll.

    De hecho, el fantástico siempre se ha visto atraído por la cuestión de la maldad del ser humano y los asesinos de todo tipo han triunfado en Sitges una y otra vez: Citizen X, Vidocq, Profondo Rosso…  Asesinos y detectives, Hyde y Jekyll, el bien y el mal.

  • Animalitos

    Animalitos

    El otro a veces es totalmente externo, a veces está dentro de nosotros; pero hay otra alteridad que fascina al fantástico: el doppelgänger, el gemelo malvado. Desde Die Elixiere des Teufels hasta Il visconte dimezzato, ese gemelo que es y a la vez no es uno mismo nos aterra precisamente porque nos obliga a preguntarnos por nuestra propia naturaleza.

    Las gemelas de The Shining nos observan desde una perspectiva imposible de Sitges, unidas por una mano que las convierte en siamesas de facto, porque existe un vínculo entre los dos gemelos, es decir, entre nosotros y nuestro doble, entre Jekyll y Hyde, entre la bella y la bestia. Somos inseparables.

  • Dobles, gemelos y siameses

    Dobles, gemelos y siameses

    El otro a veces es totalmente externo, a veces está dentro de nosotros; pero hay otra alteridad que fascina al fantástico: el doppelgänger, el gemelo malvado. Desde Die Elixiere des Teufels hasta Il visconte dimezzato, ese gemelo que es y a la vez no es uno mismo nos aterra precisamente porque nos obliga a preguntarnos por nuestra propia naturaleza.

    Las gemelas de The Shining nos observan desde una perspectiva imposible de Sitges, unidas por una mano que las convierte en siamesas de facto, porque existe un vínculo entre los dos gemelos, es decir, entre nosotros y nuestro doble, entre Jekyll y Hyde, entre la bella y la bestia. Somos inseparables.

     

  • Más que humano

    Más que humano

    Si hemos visto que la frontera entre animal y humano está presente en el fantástico, también encontramos la que nos separa de los seres artificiales. Robots, cíborgs, androides y ginoides, bondadosos o malvados, ponen de manifiesto todo lo bueno y todo lo malo de nuestra especie.

    María, la ginoide de Metropolis que se puede ver en esta exposición, se sitúa en un extremo. En el otro, los implantes cibernéticos que implícitamente nos hacen preguntarnos por los límites de ser humano.

    ¿Cuántas prótesis, cuánto de artificial tenemos que implantarnos para que ya no nos consideremos humanos?

    ¿Por qué los cambios culturales no nos hacen preguntarnos por ese límite y los físicos sí?

     

  • Literatura audiovisual

    Literatura audiovisual

    El cine ha hecho que pensemos, que escribamos diferente. La analepsis se ha convertido en flash back, y la intertextualidad se ha vuelto transmedia. Al mismo tiempo, el cine ha utilizado continuamente la literatura como trampolín para elaborar sus propios discursos, lo suficientemente cercanos como para que haya un diálogo reconocible, pero lo bastante diferentes como para que no sean un simple trasvase. Así, enfrentamos a Bestia con la criatura de la Laguna Negra, la leyenda de Zatoichi se llena de colores, el Motel Bates nos observa con ojos borrascosos, y el monstruo de Frankenstein será siempre Boris Karloff en nuestra imaginación.

     

  • Aprendiendo a leer

    El Festival de Sitges lleva medio siglo explorando el fantástico en todas sus vertientes. Era solo cuestión de tiempo que se empezara a plasmar en forma de ensayo, y así es desde hace unos años en colaboración con la editorial Hermenaute.

    A través de diferentes monografías, nos hemos podido acercar a la licantropía, descubrir cine dirigido por mujeres, rastrear la larga sombra de Caligari, o perdernos por las calles de ciudades del horror, reverso oscuro de Las ciudades invisibles de Italo Calvino que se ha publicado precisamente en el centenario del autor italiano.

    Un texto es, en sentido amplio, cualquier cosa que se puede leer, es decir, que se puede interpretar, de la que podemos extraer información codificada. Un libro y una película son así solo dos de las múltiples posibilidades textuales. Estos ensayos son la intertextualidad y la metatextualidad encarnadas: textos que hablan de otros textos y que nos enseñan a leerlos, a descifrarlos.

     

  • Premios

    Cuando pensamos en los premios del Festival de Sitges tendemos a pensar en los galardones: un conjunto de categorías creciente (en la primera edición ni siquiera había un premio) que ya incluye desde películas, dirección e interpretación hasta efectos especiales o fotografía. Pero los premios también son las estatuillas que se entregan, y que son testigos indirectos de la relación entre cine y literatura que siempre ha habido en Sitges.

    Quizás el Premio Máquina del Tiempo sea el más evidente en ese sentido. Una reproducción de la máquina de El tiempo en sus manos, la que todos vemos ya al leer la novela de Wells, reconoce la trayectoria en el fantástico de su ganador o ganadora.

    Pero el rey Kong, puño alzado, es el icono por excelencia del festival. Y lo podemos ver como la bestia, o como un aviso contra los desmanes del capitalismo, o una fábula ecologista, o… En el fondo, King Kong nos llama a leerlo e interpretarlo. Como lo hacen en Sitges, y como lo hace el 42. Tal vez no es un puño amenazador, sino una mano que nos llama para que lo acompañemos a su propia biblioteca fantástica.